En la década de los cincuenta un equipo de científicos japoneses estudiaba una comunidad de macacos de cara roja en la isla de Koshima, en el sur del archipiélago japonés. Los investigadores, de vez en cuando, ofrecían fruta y otros alimentos a los monos. Un día, uno de los científicos dio una patata llena de tierra a uno de los macacos. No se sabe si por accidente o de forma intencionada la patata acabó en un charco de agua de mar. Al recuperar su regalo el macaco descubrió que el agua no solo había limpiado toda la tierra (sigue en
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