Puesto que Barcelona'92 podía contribuir al prestigio español en el mundo, era el momento de plantear en serio la cocapitalidad de España. Se trataba de retomar el hilo de la primerísima transición (1976-80). Los JJ. OO. fueron un éxito y, evidentemente, el Senado no se trasladó a Barcelona. ¡Vaya ocurrencia! Felipe González no estaba para inventos federales y Jordi Pujol, aún menos. Aquello quedó como una excentricidad de Maragall. 21 años después Mariano Rajoy acaba de ofrecer en Barcelona la "España plural" como antídoto de la independencia.
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