Sin que lo alemanes lo supieran, en Noviembre de 1942 tuvieron a tiro a uno de los individuos que más había contribuido a dañar sus posibilidades de victoria en el Atlántico. Alan Turing había sido enviado por Travis a EEUU a explicar sus secretos, como muestra final de la buena voluntad británica de colaborar plenamente. Cruzó el océano a bordo del Queen Elizabeth, en el que resultaría ser uno de los peores meses en cuanto a hundimientos.
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