Cuando el 15 de mayo de 2011 regresaron a sus casas tras una manifestación que podría haber sido una más se encontraron con Esperanza Aguirre diciendo por televisión que toda esa gente eran unos perroflautas. Celestino, uno de los iaios que había caminado por Barcelona junto aquellos jóvenes que por fin clamaban justicia social, pensó “entonces nosotros debemos ser unos iaioflautas”. Aquel día eran catorce, hoy son más de mil. Por sus chalecos reflectantes, sus canas y sus ocupaciones traviesas les conocerán.