La eponimia es una cosa fantástica. Desde que el hombre es hombre, honramos a los que destacan poniendo su nombre a una calle. A un monte. A un continente entero. [...] Ha sido el caso de la figura cultural de Steve Jobs. Todo lo que se ha escrito estos días, tan desmedido, tan exagerado, es un magnífico ejemplo de lo importante y lo absurda que es la eponimia para la informática. Le tratamos de atribuir todo a una figura, tratamos de vincular un apellido a la revolución digital que ha cambiado nuestras vidas.
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