El Consejo de Ministros acordó ayer entregar la Gran Cruz de la Orden de Reconocimiento Civil a título póstumo a Begoña Urroz, bebé fallecido en 1960 por una bomba colocada en la donostiarra estación de Amara. El Gobierno la reconocía como “la primera víctima de ETA”. La polémica es vieja y conocida: los historiadores que han investigado el caso acuerdan que el artefacto no lo colocó ETA, sino un grupo terrorista llamado DRIL, Directorio Revolucionario Ibérico de Liberación, una organización antifranquista y antisalarzista.
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