Trabajan muchas más horas de la cuenta y lo hacen por iniciativa propia. Su obsesión les impide desconectar de la oficina, para ellos no existen los festivos ni las fiestas 'de guardar'. Pero lejos de ser un 'chollo' para la empresa, los adictos al trabajo sufren las consecuencias de su compulsión: son menos felices, presentan una salud más frágil y, a la larga, rinden menos. En España, un 10% de la población activa podría padecer este trastorno.
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