Jamás imaginaría que unas becas europeas que cogían prestado el nombre de “erasmus” podrían ser tan cutres y tener vacíos legales tan escandalosos. Aquí os contaré mi historia, la de un diseñador de videojuegos mal asesorado, engañado por la empresa que me acogía, e ignorado por las entidades europeas a las que informé de la situación. Me explotaron y no obtuve nada a cambio porque el programa ni garantizaba mi formación ni me protegía lo más mínimo. Leed cómo es posible, bajo el amparo europeo, esclavizar a alguien durante 3 meses.
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