A medida que se van ejecutando las hipotecas impagadas las casas van quedando vacias y empiezan a ser objeto de actos vandálicos, arrancan las conducciones de cobre, las maderas nobles, etc. Los drogadictos o gente sin techo se están instalando silenciosamente en las casas destarladas y los vecinos que aún vivían allí se van marchando asqueados y asustados. En fin, la crisis galopa deprisa.
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