Experimentos como el "juego del dictador" y el "juego del ultimatum" revelan que los occidentales somos realmente "raros": ocupamos el extremo de la distribución humana. El artículo de Thomas Henrich y su equipo publicado en Science muestra que las personas procedentes de los EE.UU. son los que realizan ofertas más "generosas" y están más dispuestos a castigar a los aprovechados (freeriders), en abierto contraste con los habitantes de sociedades de pequeña escala (como los Hazda de Tanzania o los Tsimane de Bolivia).
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