El experimento empezó allá por 1971 cuando un grupo de científicos trasladó 5 hembras y 5 machos de lagartija italiana de una isla del mar Adriático Pod Kopiste a otra Pod Mrcaru. Entre unas cosas y otras, no les volvieron a hacer caso y 36 años después, Anthony Herrel, junto a otros biólogos, volvió a la isla a ver las lagartijas. En la isla Pod Kopiste, las lagartijas eran como lo habían sido siempre: pequeñas, rápidas, comían insectos y los machos luchaban por controlar sus territorios. Sin embargo, en la otra isla les esperaba una sorpresa
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