¿Para quitarse los parásitos del lomo? ¿Para untarse con savia y repeler a los insectos? ¿Para aliviar los picores? ¿O para atraer a las hembras? Son algunas de las explicaciones que hasta ahora barajaban los científicos para justificar la costumbre de los osos grizzly de Norteamérica de frotarse contra los árboles. El profesor Owen Nevin, de la Universidad de Cumbria, las ha descartado todas y asegura que se trata de una singular forma de comunicación.
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