Lo hemos dicho otras veces, y no nos importa hacer un cortar-pegar ahora: el culmen de todo político es llegar a ex presidente, no tener cargo ni deberes, mantenerse a distancia con la certeza de que los micrófonos acudirán a tu voz como moscas a la miel; criticar al rival fustigando su gestión con el látigo del «esto en mis tiempos no pasaba» e incomodar al camarada protegido por el escudo de tu respetabilidad.
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