La sobrina a la que acusan es la única que la cuidó, según los vecinos. Tenía varios pisos en A Coruña y edificios en Lugo, Santiago, Arteixo y Arzúa.Josefina no era tan huraña como algunos la pintan. «Rara sí que era», admiten las tres personas contadas que la trataban. No lo pueden negar. Cómo se le llama sino a una mujer que pudiera tener una fortuna de al menos cinco millones de euros y vivía en una casa que compartía con okupas y sin electricidad.
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