No hay selvas ni montañas flotantes ni habitantes azules. El planeta no se llama Pandora, sino Dune, y es un planeta-desierto. Mucho tiempo antes de Avatar, Frank Herbert publicaba el primer libro de ciencia ficción que hacía del medioambiente su leitmotiv, una de las novelas más vendidas del mundo e inspiración de una película de culto dirigida por David Lynch. Ecología, religión, genética, política y psicología se dan la mano en un universo único; una parábola de nuestro propio mundo que ha resistido incólume al paso de las décadas.
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