La evidencia de todo el mundo que ha probado a dar de comer un gato, que pasan del dulce, está científicamente probada. Los humanos detectemos el dulce debido a que tenemos sensores en la lengua compuestos de dos pares de proteínas creadas por dos pares de genes conocidos como Tas1r2 y Tas1r3, que los gatos no pueden codificar. Por el contrario los gatos pueden saborear el sabor "grasa" o el sabor "podrido" en bajísimas concentraciones, dado que detectan el ATP, que es el componente que surte energía a las células vivas: es decir, la carne.
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