En los años ‘60, si a un niño no le regalaban el Cheminova por Navidad, podía dejarse la paga en la droguería y montar uno casero. Nunca sería tan completo como aquella caja del Quimicefa, rebosante de materiales de colores, que disfrutaron los niños de los ‘80 hasta que fue retirado del mercado por peligroso. Después las videoconsolas desplazaron a los juguetes científicos, pero ahora algunos tratan de recuperar la fórmula de aquellos juegos que excitaban la creatividad y la curiosidad; esas cualidades que comparten la infancia y la ciencia.
|
etiquetas: historia , juguetes , ciencia , regalos , quimicefa