El amanecer del domingo nos sorprendió con la noticia del derrocamiento del Presidente de Honduras, Manuel Zelaya. Los militares invadieron su morada y se lo llevaron, no solo de allí, sino del país. En ropa de descanso, el Presidente se encontró raudamente en Costa Rica. Era, evidentemente, muy importante para los golpistas tenerlo fuera de Honduras para evitar que su presencia estimulara la movilización y el apoyo popular a su restitución inmediata.
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