Los israelíes son geniales haciendo amigos. El Ministerio de Exteriores convocó al embajador turco para protestar por unas declaraciones de Erdogan y una serie de TV donde soldados israelíes aparecen como asesinos de niños. Pero el ministro, el ultra Lieberman, decidió que no era suficiente. Había que ridiculizar al diplomático turco, le pusieron un sillón más bajo, solo pusieron la bandera de Israel, avisaron a la prensa del truco de las sillas para humillarle y que se notara y además pusieron cara de "malos".