Mediante la luz solar y nanotubos de dióxido de titanio, recubiertos de partículas de cobre y platino, se consigue catalizar la reacción química que convierte el dióxido de carbono y el agua en metano. También se produce propano y etano. El rendimiento, sin embargo, es todavía demasiado bajo para hacerlo práctico a nivel comercial, pero abre un nuevo camino en lo que se refiere tanto a fuentes de energía alternativas, como a la reducción del efecto invernadero (fijando el CO2 atmósférico)
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