Con la revolución tecnológica actual, la productividad promedio se ha duplicado. Sin embargo, las jornadas laborales, en lugar de reducirse, se prolongan y se intensifican, porvocando desempleo, marginación y pobreza para una parte de los ciudadanos, y sobretrabajo, estrés y esclavitud para la otra parte. Es perfectamente factible y absolutamente necesario reducir la jornada de trabajo en proporción con los aumentos de productividad. Con una huelga mundial, pacífica y democrática, podemos revertir la crisis mundial y eliminar la pobreza.
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