Todos los personajes de esta historia existen, son reales. De carne y hueso. Sólo sus nombres y alguna de sus circunstancias han sido cambiados para evitar miradas compasivas, miedo a internet con nombres y apellidos, vergüenza propia y ajena. Al final del día, Rosa, la brasileña que acaba de perder su trabajo en PC City y es española hace años —por eso no le darían la ayuda para volver a su país—, preguntaba: "¿Y a los diputados y a los políticos, a los banqueros, a los que tienen la culpa de todo esto, cuándo se les va a bajar el sueldo?"
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