Las aglomeraciones de desesperados, las interminables esperas parecen querer doblegar la voluntad del usuario, hacerle saber que es un número sin dignidad. ¿Y nuestros derechos? Mientras España no erradique la basura burocrática -gusano que entorpece la digestión democrática, cáncer que nos pudre-, no será un país civilizado.
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