¡Ah, las guerras de antes! Aquéllas sí eran guerras y batallas, y no estas carnicerías sin el más mínimo glamour que practicamos ahora. ¿Acaso hay alguien que no pueda establecer con claridad la diferencia que hay entre el placer de morir por un certero disparo de arcabuz y entre la vergüenza de perecer acribillado por una bomba de racimo? ¿Puede compararse acaso el gustazo que tiene que dar el ver tu pecho atravesado por un hermoso sable musulmán con mango de piedras preciosas frente a lo vulgar, humillante y chabacano que ha de resultar .....
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