No soy de los que espera artículos coherentes y llenos de sabiduria en Libertad Digital (o en El Economista), pero su pequeño panfleto sobre las LAV es un ejemplo singular de cómo tener un montón de datos y cifras y ser incapaz de entender de lo que se está hablando. Especialmente porque los horarios y velocidades que manejan son de hecho muy, muy criticables, pero no por los motivos que su alegre diatriba parece implicar.
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