La inversión en I+D española es una de las más bajas de Europa. Como consecuencia de esto, la investigación en nuestro país se sustenta gracias a miles de jóvenes doctorandos que trabajan con unas condiciones laborales precarias y un futuro más que incierto. A pesar de tener ser los mejores en su campo y ser los responsables del 90% de las publicaciones científicas españolas, su trabajo y esfuerzo ni siquiera tiene asegurado unos derechos laborales mínimos como puede ser la cotización a la Seguridad Social. Artículo de El Periódico.
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