Es muy simple. La gente anda por ahí bastante frustrada. Uno quiere un coche más grande, la otra un chalet en la playa, y el de más allá una polla gorda y tiesa. Y no puede ser. Y no solo eso, sino que ahora, en época de crisis, ven como la hipoteca, el recibo de la luz y la factura del teléfono les tienen estrangulados. Esa gente no es tonta, y se dan cuenta de que los responsables de sus males tienen nombre y apellidos: políticos, plutócratas, empresarios, millonarios variados y su corte de lacayos, son los que les están apretando el cuello.
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