Madrid no ha sido nunca un ejemplo de promoción del diseño. Gallardón, en su política de crear espacios mastodónticos pero no dotar los contenidos, decidió que una de las naves del Matadero sería para el Diseño. Un regalo envenenado, pero regalo al fin y al cabo. La Asociación Dimad se encontró con aquel espacio enorme que había que llenar. El Ayuntamiento exigió que se creara una Fundación con la que poder firmar el convenio, algo que no deja de ser una práctica habitual. Nació así la Fundación Diseño Madrid.
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