Mientras Israel se jacta de ser una democracia, la realidad nos muestra que es una verdad a medias. Es decir, se trata de una situación donde coexisten dos regímenes en forma paralela en función de una estratificación étnica y jurídica. Los derechos democráticos se garantizan en Israel, para los israelíes judíos. En menor medida para los israelíes árabes o palestinos. Pero en los territorios ocupados, esa presunta democracia se esfuma y da lugar al control militar y político de un régimen militar fascista y de bases raciales
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