La ciclogénesis explosiva, la tormenta perfecta, la madre de todas las borrascas, el súper vendaval que venía a arrancarles la cabeza a nuestras respectivas madres y abuelas cuando salieran, pobrecitas, a comprar el pan desprevenidas, resultó no ser para tanto. Sin embargo, nadie se ha disculpado por el susto. Ni gobernantes ni medios de comunicación. ¿Qué? ¿Suena muy raro esto que pido? ¿Pedir perdón por asustar a la población civil? Quizá no era tan importante, claro.
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