Pocos aspectos tan oscuros, poco revisados y comprendidos de la maquinaria de ese automóvil que es nuestro navegador como las opciones de privacidad. La ironía es que desde siempre los navegadores le han delegado al usuario toda la responsabilidad de administrar ese importante y personal aspecto. Así que si el usuario quiere privacidad, entonces es él quien en todo momento debe actuar a la defensiva e instalar, configurar, monitorear cuanto esté en sus manos para sentirse tranquilo.
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