En un mundo cada vez más globalizado cualquier empresa exige ya un nivel mínimo de inglés, un idioma necesario para los negocios, la cultura o el deporte pero no para la política. Sirva un ejemplo: José Luis Rodríguez Zapatero se prepara para presidir la Unión Europea (UE) sin dominar la lengua de Shakespeare más allá del 'hello', 'goodbye' o 'beatiful day'. Lo que para otros con menos responsabilidad es un requisito indispensable, para Zapatero "no es imprescindible". Al menos así lo cree Diego López Garrido, secretario de Estado para la UE.
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