La presión psicológica bloquea las calles. La idea es sencilla: acorralar al más débil. Señalarle con el dedo. Criminalizar su ira. La idea es atar al débil con su propia soga hipotecaria, meterlo en una caja hermética y pintar agujeros en la caja: creerás ver agujeros, creerás que puedes respirar, hasta que no te quede oxígeno ni fuerzas.
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