Sin ninguna placa conmemorativa que descubrir, ni emotivos discursos con los que ensalzar la labor realizada por Juan Ripollés, su colosal escultura, de 20 metros de altura, ya preside la entrada del aeropuerto de Castelló. Desde el pasado miércoles la estatua luce sin el andamiaje que le ha acompañado en los últimos tiempos, sin embargo, el esperado acto de inauguración no ha tenido lugar todavía. Ni rastro de las autoridades, ni de los altos cargos políticos.
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