Ella miraba el mapa. Miraba el mapa y se imaginaba adentrada en él. Vagando sin rumbo por sus calles grises, ahora azules y rosas. O antes azules y rosas, ahora grises quizá. Había pasado tanto tiempo, a lo mejor no el suficiente, o seguramente no tanto como ella a veces pensaba. Y no tenía que hacer grandes ejercicios, esfuerzos, para visualizarse cenitalmente, como en un videojuego, vagando por Bolivar, por Juarez.
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