Ni la persecución de los blogueros en Egipto, con palizas de muerte incluidas, ni la censura de Twitter y Facebook, que fue burlada por los usuarios árabes mediante las conexiones vía satélite, sirvieron para acallar una ola de mensajes que organizaron movilizaciones masivas. Tal y como argumentaba Manuel Castells en su monumental obra “La era de la información”: el tiempo ha muerto. La comunicación instantánea ha hecho imposible su control por parte de las autoridades y ha permitido superar las barreras que las televisiones nacionales, leye
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