Un equipo de investigadores ha modificado la clorofila de un alga de forma que se parezca a las extremadamente eficientes antenas de luz de las bacterias, lo que supone el primer paso para convertir la luz del sol en energía mediante una 'hoja' artificial. El objetivo ideal, y de momento utópico, es crear 'nanobosques' o carreteras en las que las fisuras de la superficie se rellenan con moléculas de pigmento que recogen la radiación solar y la convierten en combustible y otras formas de energía limpia.
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