'Tubular Bells' fue la razón por la que Richard Branson creó un imperio. Fue el nacimiento de la música 'indie', de alguna manera. El primer disco que vendía 20 millones y que no necesitaba una gran empresa multinacional. Fue el inicio de lo que llamó 'new age', pero también es la 'capilla sixtina' del chill out. Es una obra maestra, eterna, sensacional que resuena en tu cerebro como las maravillosa campanas tubulares de su nombre. Ahora cumple 40 años y las campanas no dejan de sonar.
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