La música fue una gran fuente de unidad para los yugoslavos, ya que la gente disfrutaba los géneros, desde folk hasta disco y heavy metal, interpretados por artistas de diversos orígenes étnicos y religiosos. Serbios, croatas, eslovenos, macedonios, bosnios y montenegrinos compartieron el escenario para crear una música hermosa, junto a los artistas romaníes y albaneses que trajeron sonidos aún más exóticos y únicos.