A las diez de la noche en La Alameda de Hércules, la plaza más bohemia de Sevilla, la presencia policial no es escasa. Furgones de policía en el centro de la plaza controlan a las pandillas que pretenden hacer botellón y, ya de paso, a los bares. “A las doce de la noche pasan por los veladores recordando que tenemos que quitar las mesas. Si no lo hacemos o tardamos algo más en recogerlas, nos cae una multa”, explica un comerciante que prefiere no dar su nombre.
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