&p La interpretación de los derechos de propiedad intelectual en la era digital lleva a absurdos conceptuales tan graves, que simplemente no tienen sentido. La necesidad de redefinición es tan grande, que el castillo de naipes con el que algunos se han enriquecido durante años ya no aguanta más. Ahora resulta que el Kindle de Amazon no podrá leer textos porque eso constituye una “obra derivada” que debe pagar derechos adicionales, convirtiendo en proscrito el derecho de tener un programa que lea un texto en voz alta.
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