“Si Jonathan Franzen no hubiera mostrado su odio a Twitter”, explica uno de los usuarios, “nunca se habría dado cuenta de que mucha gente piensa que es un imbécil pomposo.” Otro comenta que “Twitter está hecho para gente como Franzen, que se avergüenza de sí mismo cada vez que habla con más de 140 caracteres.” Franzen es el escritor del momento, pero las redes sociales no perdonan. Arremeter contra los avances tecnológicos no está bien visto.
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