Las fotos tridimensionales, sorprendentes; el atrapacaras, también; el acceso a Internet por wifi, útil; los juegos enganchan; su uso, tan sencillo que sobra el grueso manual que se adjunta y por supuesto cabe en el bolsillo. Todo es perfecto para que la consola Nintendo 3DS, en tres dimensiones, triunfe... pero marea. Me marea, lo siento.
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