El cajero automático que ha continuado en uso continuado se inventó a finales de los 60 en Inglaterra. Ni siquiera fue un banco, sino una empresa de útiles. Es decir, una persona que vio la necesidad y la cubrió. Además, el pin es de 4 dígitos porque 6 era demasiado difícil para memorizar. Algo curioso para olvidarse de crisis, pero no de dinero.
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