Alejandro Ribas Millán, bombero de Palma de 34 años, murió el pasado 6 de agosto, envenenado por la inhalación de humo durante la extinción de un incendio en un bar de la calle Andreu Feliu. Aquella intervención, según sus propios compañeros, estuvo marcada por graves carencias materiales –el fallecido no tenía "hemicraneal", como se denominan los intercomunicadores de radio que los bomberos llevan en el casco, estropeado desde hacía meses– y fallos humanos
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