Son pequeños restaurantes, que funcionan sin la licencia municipal de actividades y sin los preceptivos permisos sanitarios y de higiene. La fórmula, inventada en Cuba durante los duros años del bloqueo norteamericano y conocida como paladares, parece haber llegado ahora a Catalunya, en forma de negocio clandestino con el que algunos tratan de sortear la crisis económica.
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