Recientemente un equipo de científicos británicos liderados por Alasdair MacKenzie ha hecho una investigación de la cual se deduce que estos lagartos terribles habrían podido visitar el diván del psicoanalista. Combinando ingeniería genética, bioinformática, neurociencia y biología evolutiva, estos investigadores descubrieron dónde se localizan en nuestro genoma los interruptores genéticos que podrían regular el estado de ánimo y servir de diana para futuros tratamientos de la depresión.
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