La ama de casa Toñi sabía perfectamente lo que era un astrocito y hasta una proteína alfabetacristalina –enfermedad de Juanma obliga–, pero hete aquí que no tenía ni idea de lo que anidaba bajo las inextricables siglas de la SGAE. Lo descubrió con una llamada de teléfono bien reveladora, más aún que esas revistas de ciencia que ahora se atreve a hojear.
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