El cierre del espacio aéreo no solo imposibilita vacaciones y viajes de trabajo, sino que supone un daño irreparable para la actividad médica de los equipos de trasplante. Antón Fernández, coordinador de trasplantes del Complexo Hospitalario Universitario A Coruña, lamentaba ayer el perjuicio ocasionado para la práctica, precisamente, de los casos más graves y prioritarios. No poder utilizar el transporte aéreo en estos casos es, en definitiva, una condena a muerte.
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