Los aspirantes fueron dirigidos a una sala donde había menos sillas que el número total de aspirantes, con música muy alta, y les fue planteado «el objetivo de que cada vez que la música parara, debían sentarse, quedando fuera del proceso todos aquellos que se quedaran de pie y sin haber ocupado una silla». Cuando eran menos candidatos, los dividieron en grupos, uno de los directivos se puso en el centro de la sala con un billete de 50 euros y antes de dejarlo caer gritó que «sería para aquél que lo obtuviese» como parte de «su primer sueldo» >
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